02 SEP 2022 | Institucional
Sueño cumplido
La increíble historia del hincha Decano que consiguió su foto con Messi.

- Disculpá, Leo, ¿me puedo poner la camiseta de mi equipo para hacer la foto?

- Sí, claro ...

Cuando Cristian Muratore sacó de su mochila la alternativa negra del Deca, jamás imaginó lo que estaba por escuchar de parte de Lionel Andrés Messi:

- ¡Ahhh, sos hincha del puntero! 

*****

"Se me puso la piel de gallina y los ojos se me llenaron de lágrimas. No podía creer lo que estaba viviendo", cuenta ahora "Murita", como todos le dicen, en diálogo con el sitio oficial del Club Atlético Tucumán. 

Ese momento fue el punto final de una odisea de 72 horas que estuvo a punto de tener un desenlace totalmente diferente. "Me surgió la posibilidad de hacer un viaje a Europa, por trabajo, por lo que estuve unos días en Barcelona. Pero una vez que me desocupé, me organicé para ir a París y hacer la vuelta a Tucumán desde ahí", explica el joven, de 35 años, y con más de tres décadas de asistencia perfecta al Estadio José Fierro. "Mi primer partido fue cuando tenía cinco años, y no dejé de ir nunca".

Su arribo a la capital francesa no tenía una finalidad turística ni recreativa, sino un objetivo muy concreto. "Mis dos grandes amores en el fútbol son Atlético y Messi, así que armé todo esto para poder conseguir la foto. Sabía que tenía tres días para lograrlo, porque ya tenía el pasaje de vuelta, y la terminé consiguiendo cuando faltaban dos horas para ir al aeropuerto. Increíble", recuerda mientras se le eriza la piel.

El primer día, "Murita", acompañado por un amigo, se dirigió al campus de entrenamiento del Paris Saint-Germain, donde sabía que estaba practicando el plantel profesional. Vieron salir autos lujosos de algunas estrellas internacionales, pero ni una sola pista del 10 de la Selección Argentina. "No calculamos bien las distancias. El campus queda muy lejos y terminamos llegando tarde, Messi ya se había ido", dice.

Por eso, en la segunda jornada repitieron su rutina pero todo más temprano, aunque el resultado fue el mismo. La seguridad del club no les permitió acercarse, y vieron a la distancia como los futbolistas abandonaban el predio con ese silencioso rugir de sus motores. 

Horas después y con algo de tristeza, mientras paseaba por la ciudad, los ojos de Cristian se iluminaron cuando vio en Instagram que Lionel, junto a su familia, estaban cenando en un restaurante más o menos cercano. Corrió con el corazón en la mano, pero no hubo caso. "Los mozos me confirmaron que había estado ahí, pero que ya se había retirado".

Y esa noche, la última de su estadía en Europa, cuando se fue a acostar, puso dos alarmas. La primera, para despertarse a la madrugada a ver el partido que Atlético tenía que jugar con Barracas Central; y la segunda, unas horas después, para levantarse al alba y jugar su última carta en busca de su sueño. "Le dije a mi amigo que se quede, que ese día me iba a mover solo, porque había tenido el sueño que conseguía la foto. A él no le importa el fútbol, solamente me estaba haciendo gamba, así que no se hizo drama".

Se puso las zapatillas, cargó la mochila con la camiseta de Atlético, y enfiló para la calle. Había averiguado en Internet el nombre del barrio en el que vive Messi, y se mandó a probar suerte. "Yo pensé que era un barrio como los de acá, pero en realidad era más bien como otra ciudad, inmensa", explica el joven, que en ese momento le agregó un elemento más a su travesía. Felpón y cartulina en mano, improvisó una pancarta que luego sería clave para el final feliz de la historia: "Leo Messi, mi sueño es una foto con vos. Soy argentino", decía el mensaje con el que comenzó a patear las calles del barrio Neuilly-sur-Seine, de la capital francesa.

Caminando, preguntando a la gente que pasaba por ahí, buscando en Internet, Cristian iba en busca de su sueño mientras veía que el reloj se convertía en su peor enemigo. "Por aquella zona viven los futbolistas", le dijo con seguridad un vecino de la zona, y hacía ahí se dirigió, con un mapa ahora un poco más acotado. Y así, con un poco de información, otro tanto de intuición y una dosis importante de fortuna, finalmente pudo dar con la casa buscada. "Ahí vive Messi", le dijeron, y las piernas le temblaron. 

"Me paré en la calle, mirando para adentro de la casa, y levanté la pancarta. No perdía nada probando suerte". Pero el que salió a recibirlo no fue su ídolo, ni su esposa Antonella Rocuzzo, ni ninguno de sus tres hijos, sino el encargado de seguridad de la familia Messi. Hablando en ese idioma universal que hablan los guardias cuando quieren que alguien se aleje, lo invitó a retirarse de la zona una vez, y después otra, y después una tercera. "En una de esas, cuando me iba corriendo para una de las esquinas, me encontré con otros tres chicos argentinos que estaban en la misma que yo, buscando la foto, aunque yo era el único que tenía pancarta". Ese dato, que parece irrelevante, en realidad resulta determinante. 

Una hora después, el guardia de los Messi le hizo a "Murita" una seña para que se acerque. El tucumano acudió ilusionado, pero todavía no era su momento. "Me pidió que levante mi cartel, él sacó su celular y le sacó una foto. Después me dijo que me retire de nuevo. Yo me imaginé que le mandó la foto a Lio, así que me quedé esperando alguna otra seña", recuerda sonriente.

Pero la "Pulga" no estaba en su casa, y esa foto viajó desde ese smartphone hacia algún otro punto de la ciudad, hasta que, unos eternos minutos después, el guardia llamó a los cuatro argentinos, y se hizo entender con instrucciones claras y precisas. "Lionel está llegando, los va a recibir. Van a pasar de a uno, y lo van a poder saludar. Me van a dar su teléfono a mi, y yo los voy a tomar una foto. Luego de eso, cada uno va a guardar su teléfono en el bolsillo. Nada de filmar, grabar audios ni hacer más imágenes. ¿Ok?". Los muchachos asintieron como esos niños que prometen portarse bien para tener doble postre.

"Cuando Lio llegó nos volvimos locos de alegría, yo no podía creer lo que estaba viviendo. Pasaron primero los tres porteños, y yo fui el último. Me temblaba todo, lloré mucho, y me puse muy nervioso. Le di una camiseta de la Selección para que firme, y ahí me di cuenta que me había perdido el marcador y no tenía con qué hacer su autógrafo. Es tan crack que me dijo que espere que iba a buscar un felpón dentro de su casa, pero el guardia lo frenó y le dio uno que tenía en el bolsillo", explica "Murita", otra vez con la voz entrecortada por la emoción, y con la satisfacción de haber logrado su tan ansiado objetivo.
 


LA FOTO Y LA FIRMA. Messi junto a Cristian, y su nombre estampado en la camiseta.


DE PASEO. Cristian, durante su viaje a Europa, disfruta de una cerveza vestido de Primera.

NOTA: Rodolfo Gerez Cardozo
MAIL: [email protected]
TWITTER: @rodygerez
FOTO: Departamento de Prensa Club Atlético Tucumán
MAIL: [email protected]
TWITTER: @ATOficial