Aplausos, aplausos y más aplausos en el estadio José Fierro. El pueblo Decano se retiró ovacionando a sus jugadores por una nueva noche de entrega y corazón a la máxima potencia.

Faltó la frutilla del postre, sí, o mejor dicho se fue apenas por arriba cuando Leandro tuvo todo para ganarse todos los flashes de la noche.

En los 90 minutos anteriores a ese momento, Atlético y Racing habían regalado un partido de alta intensidad, con destellos de buen juego y el alma puesta en cada pelota.

Empezó mejor la Academia, que sacó chapa de su categoría y aprovechó un par de descuidos de la defensa tucumana. Golazo de Lisandro López para abrir el marcador, y definición tranquila con el arco vacío de Bou para estirar.

Parecía que se venía la noche, pero Atlético tenía otros planes.

El Ruso movió el banco en el entretiempo, empezó a rotar sus piezas buscando la mejor forma, y la encontró. El descuento llegó con un toque de fortuna, tras un disparo de Guillermo Acosta que se desvió en un defensor de Racing. Iban 25 del complemento y todavía faltaba lo mejor. 

Se lo erró Leandro Díaz tras una preciosa asistencia de Mercier en un arco. Se lo erró Bou tras una brillante jugada individual en el otro. Pasaban los minutos y el 1 – 2 no se movía, hasta que PR7 frotó la lámpara, y con su cabeza mató un pelotazo frontal y dejó la bocha servida para que Barbona empalme de lleno un derechazo hermoso que se metió junto al palo, y decrete el empate. Iban 43 minutos del segundo tiempo, y ni bien la tribuna terminó de abrazarse para celebrar, se escuchó una y otra vez un grito de guerra “vamos que lo ganamos”. 

Y faltó poquito. Porque el Pulga inspirado volvió a asistir con maestría, pero esta vez Díaz la tiró por arriba del travesaño y ahogó el grito de la multitud. Era lo que faltaba para cerrar 10 días perfectos. Igual, el balance es súper positivo. Vamos por más.